La Semilla de la Insurrección
El rolato
Esta minicampaña de Star Wars Hitos se jugó en “La Tapadera” (Jerez de la Fra.) entre los meses de septiembre y diciembre de 2016
Personajes:
- Doort Basha, Sirviente leal (Ignacio Sánchez)
- Eencro Vershet, Tahúr (Rodrigo Gómez)
- Hagg Demut, Cazarrecompensas (Eduardo Rodríguez)
- Helo Tigh, Jedi menor (Jesús Duréndez)
- Kara Starfall, Piloto (Patricia Gómez)
- Yo Kwai, Jedi quijotesco (Phillipe López)Escrita y dirigida por Antonio Lozano
Capítulo I · Extraños compañeros de nave
Caía la noche sobre Coruscant, principal ecumenópolis del recién nacido Imperio Estelar. Helo Tigh, con tan solo unas breves indicaciones de cómo proceder en su misión de infiltración, oteaba desde una posición elevada. Localizar a ese diplomático duros iba a ser prácticamente imposible... Hacía tiempo que no volvía a su planeta natal. Había olvidado cuán inmenso era... y cuántas miles, millones de personas podían pasar por delante de sus ojos en ese gigantesco espaciopuerto de cientos de niveles... y, sin embargo, tras un buen rato... ¡parecía que ahí estaba! Lo seguía un pequeño séquito de funcionarios imperiales de alto rango: no cabía lugar a dudas. ¿Un tremendo golpe de suerte? ¿Tal vez una manifestación de La Fuerza?
Justo en ese instante le sobresaltó un revuelo: varias patrullas perseguían a un landspeeder (aunque él los llamaba “deslizadores”, al estilo antiguo) de aspecto extraño: parecía fabricado para albergar solo dos pasajeros, uno detrás del otro, y sin embargo... Entornó los ojos y pudo divisar que el piloto portaba una diadema de droide de relaciones humano-cyborgs a modo de comunicador e iba vestido a la manera de los Jedi... más o menos... y otro de ellos llevaba una armadura mandaloriana y cara de pocos amigos. Su mayor sorpresa llegó cuando se percató de que a esos dos humanos singulares los acompañaba un rodiano trajeado, agarrado a ellos con los ojos compuestos abiertos como panales. En cuanto le alcanzaron, no hubo tiempo casi de hablar, y cuando quiso darse cuenta, estaba junto con ellos a las puertas del carguero ligero en el que iba a embarcar el diplomático duros, cuya reunión aparentemente ya había tenido lugar.
Kara Starfall no podía dar crédito. Un contrato tan simple como éste, que además estaba a punto de concluir, se iba a torcer sin razón aparente. Había estado esperando pacientemente en el espaciopuerto, junto al Star Wanderer, su ojito derecho, el carguero ligero corelliano que había modificado personalmente (ahora era aún más maniobrable). Por un momento pensó en dar una vuelta por los alrededores, para buscar no sabía muy bien qué, pero le costaba tanto alejarse de su nave que enseguida desechó la idea. Cuando estaba a punto de morir de aburrimiento, observó anonadada cómo se reunían sin razón aparente un grupo variopinto de personas que no conocía de nada, y que acabaron precipitándose en su bodega junto con el sirviente duros del diplomático que tenía que devolver a su planeta. ¡Era intolerable! Pero desde luego, no iba a dejar a su Star Wanderer soportar el fuego que abrieron las patrullas de stormtroopers (o “soldados de asalto”, como parecía llamarlos uno de los tíos en pijama que acababa de entrar en su carguero). Le dieron el alto desde el control del espaciopuerto, pero algo en ella supo que no debía obedecer. De hecho, el salto al espacio orbital de Duros lo realizó en cuanto tuvo la oportunidad, justo antes de ser alcanzada por dos cazas TIE.
Doort Basha, el sirviente del diplomático, trataba de recuperar el aliento. Acababa de alzar a su camarada por la fuerza bruta, dejando a todos boquiabiertos, para evitar que se quedara en tierra. Se acomodó en un rincón de la nave mientras daba vueltas a todos los acontecimientos recientes. Sabía que algo marchaba mal. Esa reunión secreta no podía haber ido peor: parecía que le hubieran lavado el cerebro a Druuco, el diplomático encargado de dejar claro ante el Imperio que Duros no acataría la autoproclamación de Palpatine. Tan solo unos minutos después de entrar en la sala, había cambiado de opinión radicalmente y ahora parecía apoyar al Imperio... ¡incluso en contra de las indicaciones de su Senescal! Doort había tenido la oportunidad de examinarlo y había encontrado indicios de que le habían inyectado algún tipo de droga. Tras contarle esto a sus nuevos compañeros de viaje, uno de los humanos extravagantes intentó tratar al diplomático con algún tipo de magia, pero no pareció funcionar. Odiaba haber tenido que drogar a su señor, pero sabía que era lo mejor que podía haber hecho, dadas las circunstancias. Ansiaba retornar a Duros cuanto antes.
Eencro Vershet no paraba de maldecir su suerte. Estaba levantándole una buena pasta a esos novatos en esa taberna de la Ciudad Imperial, cuando de pronto aparecieron un par de matones para estropearlo todo. Requerían el pago de no se qué deuda... Pero no sabían con quién se las estaban viendo. Si vas a intimidar a un rodiano, hazlo bien. No fue el caso, así que con un par de movimientos rápidos, Eencro los tenía a su merced en el suelo, junto a las astillas de lo que quedaba de una silla del reservado. Se apresuró a coger los créditos de la mesa y salió como si nada de la taberna. Fue en busca de otro antro, pensando en agotar la noche... probablemente su última noche en Coruscant: parecía que ya era demasiado famoso en ese lugar... Pero cuando iba a efectuar su entrada gloriosa en la cantina, un tipo casi el doble de grande que él le derribó al salir por la misma puerta por la que iba a entrar él. Iba armado hasta los dientes, por lo que refrenó su primer instinto.
Hagg Demut acababa de tropezar con un rodiano tan elegante como inoportuno. Pero al fin y al cabo la culpa era suya... a quién se le ocurre preguntar directamente a un barman ithoriano de la Ciudad Imperial si “ha oído algo de la Rebelión”. Le faltó tiempo a ese malnacido para avisar a la guardia. Por cierto, la patrulla llegó inusitadamente pronto: asomaban por un corredor cercano. No se lo pensó: sacó una granada y la armó para lanzarla a esos cabezacubos en cuanto estuvieran a tiro.
Yo Kwai iba en busca del tipo de aventuras heroicas que se suelen encontrar en las cantinas. ¡Qué suerte tuvo: no fue necesario ni entrar! Las fuerzas imperiales corrían hacia un rodiano y un humano con armadura mandaloriana con evidentes intenciones de efectuar una injusticia más contra la población sometida por el vil Imperio. No se lo pensó dos veces y sacó su anticuada carabina bláster y abrió fuego contra la patrulla. ¡Las caras de sorpresa del rodiano y el humano, por todos los soles! Por cierto, el primero intentó disparar también pero no lo consiguió. No hizo falta: el humano hizo saltar a la patrulla por los aires con una detonación magistral. Segundos después iban los tres en su deslizador. Tras huir de varias patrullas, decidieron consultar a un viejo conocido del rodiano, pues era su mejor baza para contactar con la Rebelión. El rodiano no tenía un interés particular, pero los humanos parecían decididos. Sus razones tendrían...
El contacto resultó ser un alienígena de aspecto algo desagradable que retó a una partida de holo-ajedrez a Eencro. Otro que no sabía con quién se la estaba jugando... Por supuesto, también pedía créditos por la información. Tras una intensa negociación, la sabandija accedió a proporcionar un dato jugoso: les dio el paradero aproximado de un componente, o al menos simpatizante, de la llamada “Rebelión”: un humano nacido en Coruscant, que había cruzado los controles del espaciopuerto hacía poco. Tras esto, se apresuraron a localizar a Helo en el espaciopuerto, sin dejar de ser perseguidos por las patrullas imperiales, que aceleraron la brusca entrada en el carguero de Kara.
Durante el trayecto a Duros, Kara recibió una comunicación intranquilizadora: Corellia, la otra gran nación que se resistía a acatar la autoproclamación de Palpatine, estaba bajo ataque militar directo del Imperio. Su propio padre se había puesto en contacto con ella para avisarle de esto y para pedir ayuda. Tras varios intentos posteriores por parte de Kara de comunicarse de nuevo con ellos, pudo averiguar que probablemente huyeran a tiempo, o al menos, que su nave no había sido destruida. A pesar de la tentación de acudir en ayuda de su familia y su pueblo, Kara decidió completar el trabajo y devolver al diplomático a su planeta de origen.
Tras el tenso viaje, el Star Wanderer salió del hiperespacio en la órbita de Duros. La visión del Destructor Imperial clase “Emperador” no fue muy alentadora. Esta vez, Kara optó por acceder al alto que le dieron desde el control imperial, y permitió que una lanzadera Lambda atracara y depositara en su carguero a una patrulla aduanera. El oficial posó sus relucientes botas oscuras sobre una de las planchas que ocultaban a sus nuevos pasajeros. Eencro observaba la escena desde unos pequeños agujeros en una de las planchas de una pared donde pudo ocultarse gracias a su tamaño algo más reducido. El rufián del oficial imperial quería parte de la carga, o en su defecto, créditos, para dejarles pasar. La típica corrupción imperial... Doort Basha jugó la baza del diplomático, y funcionó bastante bien: la sabandija huyó con el rabo entre las piernas, aunque estuvo cerca...
Cuando atracaron en Duros, una comitiva del gobierno se apresuró a darles el encuentro. El planeta entero, aunque bastante despoblado a causa de la enorme polución y la falta de recursos naturales, padecía ya una ocupación imperial “de facto”. Las fuerzas armadas de Duros parecían convivir con ellos. Nuestros héroes fueron informados de que ante la resistencia que ofreció el gobierno duros, con su Senescal a la cabeza, el nuevo gobierno había tenido que tomar la decisión de encarcelar en carbonita a los mandatarios díscolos, a la espera de la llegada del diplomático que les acompañaba, señor de Doort Basha, que tomó las riendas del gobierno de Duros ante la mirada atónita de su servidor y el resto de protagonistas de esta historia. Doort y sus acompañantes pudieron confirmar, gracias a Breeto (un secretario del gobierno de Duros y amigo personal de Doort), que, en efecto, todo apuntaba a un golpe de estado, ya que el nuevo mandatario era proclive a acatar la ocupación Imperial.
Asimismo pudieron, de una manera un tanto osada, descodificar un dispositivo de almacenamiento de memoria que había otorgado el diplomático a su sirviente, que contenía un vídeo en el que Druuco hacía unas declaraciones que desenmascaraban la operación encubierta que llevaba a cabo el Imperio en Duros. Aunque se les pasó por la cabeza publicar esta información en ese preciso instante, optaron por posponerlo ante el temor de iniciar una guerra civil en Duros. El secretario se guardó una copia de la información y prometió contactar con ellos en el futuro, una vez hubiera indagado la posibilidad de sustraer material bélico para la Rebelión, o incluso organizar alguna célula Rebelde “in situ”.
Tras esto, huyeron apresuradamente hacia Tierfon, donde se ubicaba la incipiente base rebelde desde donde había comenzado a operar Helo Tigh. Allí contactarían con Deros Ferlay, un ex-contrabandista grandullón que hacía las veces de coordinador de la base, que por otra parte era poco más que un almacén de X-Wings (o “Alas-X”, como los llamaba Helo) excavado en la roca de ese pequeño planeta perdido en medio del espacio. Durante el trayecto, Kara contactó con un antiguo colega suyo, también de Corellia, y le instó a reunirse con ellos en la base. Allí, Helo se reencontró con su querido droide astromecánico T7-H1, que le saludó con una sucesión de pitidos incomprensibles para los demás.
Deros les dio la bienvenida entre el caos aparente de la base, y al terminar de escuchar toda su historia se mostró muy preocupado: la situación política general era muy inestable. También les hizo partícipes del hecho de que una valiosa agente de campo que trabajaba sola (y que se hacía llamar “Informadora Sombría”) se encontraba realizando pesquisas sobre una droga experimental que el Imperio podría haber estado preparando, lo cual encajaba sospechosamente con la información que brindaban nuestros héroes. Les pidió veladamente que, si iban a investigar el asunto, intentaran averiguar el paradero de “Informadora Sombría”, cuya última transmisión se había realizado desde la órbita de un planeta perdido, de nombre Nerbuna. Yo Kwai fue capaz de localizar más información en la Exo-Red: se trataba de un planeta casi sin civilizar, poblado por diferentes razas alienígenas insectoides, y que estaba sometida a una ultra-radiación letal y constante. Su orografía permitía, no obstante, que las formas de vida huyesen de la luminiscencia de las tres estrellas cercanas ocultándose en unas enormes grietas que se adentraban en la corteza arenosa y rocosa del planeta.
Precisamente en ese momento tuvo lugar un ataque Imperial a la base de Tierfon. ¿Los habían seguido? ¿Era casualidad? ¿Tal vez un traidor? En cualquier caso, no había tiempo para pensar el siguiente movimiento. Nuestros héroes se apresuraron hacia el Star Wanderer, que esquivó eficientemente el fuego de los andadores y cazas imperiales. Hagg y Eencro tomaron los mandos de las armas y derribaron varios cazas, mientras Yo Kwai y H7 ayudaban con la astrogración. Una vez que comprobaron que la oleada imperial parecía perder intensidad, los extraños compañeros de nave decidieron saltar al hiperespacio hacia Nerbuna...
Continuará...
¡Emocionante del todo revivir en mi mente las imágenes de todo lo que nuestro personajes vivieron gracias al magistral sandbox que nos ofreciste con un alarde absoluto de improvisación, ingenio y el mejor humor! Gracias, Antonio, ¡eres un crack!
ResponderEliminarJajajaja muchísimas gracias, hombre!!! Se hizo lo que se pudo... 😉 Al principio fue muy estresante y no las tenía rodas conmigo, pero el recuerdo que tengo es de haberlo pasado muy muy muy bien, tío!!! 😄
EliminarGracias por contarnos tan bien y de nuevo "nuestra" épica historia. Una mini campañaca inolvidable. ♥ ♥ ♥
EliminarMuchas gracias, Phil!!! ;)
EliminarMuy buenas! Qué reglamento de Guerra de las Galaxias utilizaron?
ResponderEliminarMuy buenas!
EliminarPues el sistema Hitos adaptado a tal efecto.
Aquí: https://thetapaderavineyard.blogspot.com/2017/01/adaptacion-hitos-de-las-reglas-de.html