...la mejor partida de mi vida,
o, por lo menos, una de las mejores.
¡BUAH!
Muy buenas, hijos e hijas del metal 🎸
En el Club Dragom ya hemos alcanzado las diez sesiones de Go to Hell. ¡Qué estupendas partidas, por Odín! Como ya he comentado alguna que otra vez, me gusta estirar esta campaña como un buen chicle de sandía (que, como todo el mundo sabe, es el mejor chicle que hay), así que en estas dos últimas sesiones metí bastantes cosas de mi propia cosecha, destacando un pedazo de gala de los Oscar de 1992 (año en el que El silencio de los corderos lo petó a base de bien). En esa gala, attention please, Go to Hell se alzó ni más ni menos que con el galardón a la Mejor Canción Original, ¡YEAH!
Fue un
flashforward memorable en el Kodak Theater de Los Ángeles. Los PJ habían compuesto el tema de apertura de la nueva película de James Bond (un ficticio tercer film de Timothy Dalton, al que puse de nombre
Trust Me Until I Kill You). La canción había sido seleccionada para la gala de los Oscar, ganando en dura pugna a
Hook,
La Bella y la Bestia y
Robin Hood, Príncipe de los Ladrones. Me encantó interpretar a Liza Minelli y Shirley Maclaine presentando el premio y hacer subir a los PJ al escenario del Kodak Theater para recoger su galardón y que los jugadores tuviesen que improvisar un discurso de agradecimiento (chapó, Furu, se me olvidó entregarte un punto de experiencia por ello, ¡recuérdamelo el próximo día!). Mientras, un nominado y no premiado John Williams,
que ya había conocido a los PJ anteriormente, los aplaudía con la cortesía del buen perdedor. ¡Ah, y qué decir de la fiesta privada post-Oscar, en la que Natalie Moore (Nely) acabó enrollándose y encamándose con un Michael Douglas que a la altura de 1992 todavía era un tío resultón! 😂😂😂 ¡Serás fresca!
Todo eso fue en la novena sesión, una excelente partida que, sin embargo, no es esa a la que me refiero como "la mejor de mi vida". ¡Y es que esa partida aún estaba por llegar! ¿Quién podía imaginarlo? Yo no, desde luego, porque, como os digo, la novena timba fue una maravilla. Además, vio el desarrollo de otros importantes sucesos y, por primera vez en toda la campaña, las cosas se pudieron ir al garete de verdad. Pero de verdad de la buena. Adam Scott (Jorge) se jugó el todo por el todo en una escenaca de acción frente a la catedral de Notre Dame de París y, bien auxiliado por Carson Moore (Ismael), logró salir airoso del asunto. Los dados, las buenas ideas y el trabajo en equipo salvaron el órdago (que lo era, no cabe duda). ¡Vaya tela, la campaña se nos podía haber acabado justo en ese punto! Jorge, loco, no te conocía yo esos arrebatos pasionales. Tsk, tsk, tsk... hombre, un señor editor de rol respetable como tú... y resulta que llevas a un auténtico heavy en tu interior. Hasta ahora no lo habías descubierto, pero de qué manera lo ibas a demostrar una semana más tarde...
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And the winner is... ¡¡¡Trust Me Until I Kill You; Michael Allen, William Garcia, Carson Moore, Natalie Moore and Adam Scott!!!
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Me resulta complicado e irremediablemente frustrante tratar de explicar por qué la décima sesión de Go to Hell resultó PERFECTA. Supongo que todos los innumerables factores que rodean a la partida de rol ideal se alinearon, del primero al último, empezando por el talento y la inteligencia interpretativa de los jugadores. A estas alturas de la campaña, son tantas las vivencias que arrastran los PJ, tantos sus dilemas y deudas morales, tantas las contradicciones, las dependencias personales y emocionales y las dudas, que, en fin, se llegó a un punto de ruptura en el que toda esa enorme tensión contenida y hasta entonces soterrada estalló, pero no arrastrando la trama a una espiral de entropía destructiva, sino floreciendo como un árbol narrativo potente y hermoso, lleno de frutos oscuros y podridos. Sé que todo esto no deja de ser una simple metáfora, pero no encuentro otra forma de explicarlo mejor. En general, no soy muy partidario de identificar rol y arte, pero creo que en casos puntuales el rol sí puede alcanzar un cierto grado de excelencia y profundidad artísticas, es decir, que puede ser hermoso y al mismo tiempo transmitir, con un lenguaje propio, cosas que ningún otro lenguaje es capaz de hacer, y ese fue el caso, justamente. No se olviden, amigos:
Belleza basada en la verdad = arte.
Belleza con un fondo romo, superficial o falso = kitsch.
Para ser algo más concreto, diré que la décima sesión comenzó con una descarnada conversación entre cuatro de los PJ (William/Furu se sumaría más tarde, lo que nos brindó nuevas posibilidades narrativas). En esa conversación, desarrollada en una suite de la undécima planta del Imperial Hotel de Los Ángeles, se pusieron por fin todas las cartas sobre la mesa. Carson fue el catalizador de este increíble estallido emocional al declarar que se bajaba del carro, que no iba a seguir haciendo nada de lo que hasta entonces había hecho para alcanzar el estrellato de la música, y en su decisión arrastró a su hermana melliza, Natalie, si bien la vocalista de Go to Hell albergó sus dudas durante toda la noche (lo bordaste, Nely 🙇🏻♂️).
El resto de la partida fue el resultado de esa decisión, con Michael, William y Adam en el ajo y los hermanos Moore descubriendo los límites de su "libertad". Tuve que improvisar sobre la marcha una larga secuencia en el loft de los mellizos que se convirtió en una escena de puro terror. Se gastaron muchas proezas, sobre todo para superar las tiradas de pánico, que menudearon, y los jugadores dieron lo mejor de sí mismos a cada paso. Dios mío, esa escena con la policía en el portal del edificio de los Moore, ese pobre Austin dentro del armario de diseño de Natalie con los globos oculares colgando de los nervios ópticos a la altura de los carrillos y una "corbata" puesta que... en fin, esas dificultades para moverse por la ciudad sin ser objeto de atención de las hordas de fans de la banda, ese momento en el que William alucina al oír por la radio una grabación casera de Natalie cantando a capella en plena calle, esa increíble templanza de Michael al recibir la visita de Crane Baptista y escuchar la oferta para residir con su "comunidad" en el desierto de Mojave... Y todo, en apenas dos horas y veinte minutos de partida. Fue... perfecto.
Y aún quedaba el final, el impactante desenlace de la sesión, que nos llevó a todos al estremecimiento, tanto a PJ como jugadores. Adam (Jorge) decidió "probar" a meterse en la boca el cañón de su pistola y apretar el gatillo. Sucedió que... ¡¡¡BUM!!! y adiós, Adam, adiós al más duro y amargado de los protagonistas de Go to Hell. Pues al final eso era todo, en efecto. No existía protección... ¿o acaso era una macabra broma de Aquel Que Las Gasta Mejor Que Nadie? En realidad, al guitarra rítmica de la banda ya todo le daba igual, pero ojo, porque no fue ni mucho menos un suicidio. No, no lo fue en absoluto. Es un gesto difícil de entender sin jugar la partida, pero que cobra todo el sentido a estas alturas de nuestra campaña.
Adiós, Adam. Jorge, gracias por darlo todo hasta aquí. En las pocas sesiones que nos quedan ya veremos cómo se las apañan tus compañeros. Lo que es seguro es que aún continuaremos viajando, o mejor, descendiendo, hasta la conclusión de esta increíble historia.
¡Nos leemos!
- PD: Sí, Timothy Dalton es mi James Bond favorito, incluso por delante de Sean Connery. Y el mejor actor, de lejos.
- PPD: Sigo usando la música de Unleash the Archers para ambientar mis partidas de Go to Hell. En la novena sesión, Faster Than Light fue rebautizada como Tale of Steel, mientras que The Wind That Shapes the Land fue esa Trust Me Until I Kill You ganadora del Oscar. No obstante, creo que en cuanto la buena gente de Rave in Fire nos pase su nuevo disco me voy a cambiar a ellos. ¡A ver si llegan a tiempo antes de que termine de dirigir la campaña!
- PPPD: Para la próxima partida de Go to Hell tengo una GRAN SORPRESA preparada. ¡Sintonicen sus canales!
- PPPPD: No todos los días tiene uno la oportunidad de cargarse al jefe de su propia editorial. ¡Ou mama! 😛
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Furu llegó tarde a la partida pero hizo una entrada triunfal, como nos suele tener acostumbrados
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Un placer contar con la presencia de Jorge en mesa estas diez partidas. Muy pronto volverá a sentarse con nosotros (¡aunque en un rollo muy diferente!).
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