Muy buenas, profes roleros, gamificadores y demás patulea académico-alternativa,
Siempre me gustó la música, aunque cuando era pequeña era difícil reconocer las canciones que cantaba, pues tenía «un oído frente al otro», como se suele decir. Por fortuna, con los años y a base de cabezonería he mejorado mucho, hasta tal punto de que hoy soy maestra de música en educación primaria 😊
Recuerdo perfectamente la prueba de acceso al conservatorio, con solo ocho años, y cómo la superé por los pelos. De hecho, a los dos años lo dejé, ¡no era lo mío! Mucho después de aquello, en mi clase de la facultad, yo era «la que no tenía estudios musicales avanzados», la que «bailaba con dos pies izquierdos» y la que entonaba «medio tono desafinado», pero lo cierto es que durante los años de carrera descubrí que era capaz de memorizar e imitar tonos de voz, que adoraba cantar en un coro y que era capaz de leer y tocar con una guitarra cualquier partitura. Vamos, que después de la carrera descubrí que no, que no tenía dos pies izquierdos; era tan solo que no me habían explicado bien los pasos de baile.
Siempre me dio vergüenza decir que era diplomada en Educación Musical; digamos que no me veía digna de ello. Y, sin embargo, tras un giro de 180°, este curso pasado he tenido que impartir música en dos escuelas, y ello me ha permitido reconciliarme con mi yo interno. Porque para ser maestra de música en primaria no es necesario tener conservatorio superior: lo que sí hay que tener son ganas de incentivar al alumnado a conocer la música, a conectar con ella, y dejar de considerar la asignatura como la «maría».
En el último colegio en el que estuve, a finales de mayo, me vi en la tesitura de tener que evaluar a unos 220 alumnos (de los cuales aún me estaba aprendiendo los nombres y a qué clase pertenecían), así que decidí que el mejor sistema de evaluación posible consistía en probar Ysystem Kids, el reglamento de rol adaptado a niños y adolescentes que Walhalla Ediciones colgará gratuitamente en su web en un futuro cercano.
¿Cómo lo hice?
Bien, primero creé una narrativa ambientada en un ficticio «Reino de la música». Cada alumno rellenaba su hoja de personaje, con la que tenían que interpretar a alguno de los instrumentos trabajados en clase señalando a qué familia pertenecía. Al tratarse de una escuela bilingüe, la música también se daba en inglés, así que el nombre del instrumento y la familia debían escribirlos en ese idioma. La «foto del personaje» tenía que ser un dibujo aproximado del instrumento, mientras que la «descripción física» debían hacerla en español.
No lo he dicho, pero los alumnos con los que realicé esta evaluación eran de 2º de primaria, un buen número de ellos extranjeros que aún estaban aprendiendo el castellano. Por falta de tiempo y otras consideraciones, no estimé necesario rellenar el 100% de la ficha, ya que, por ejemplo, ellos no iban a pelear durante la aventura, así que esa parte la obvié. Lo que más me interesaba era que asimilaran el vocabulario de inglés que habíamos trabajado y que fueran capaces de describir verdaderamente bien los instrumentos.
La aventura que les hice a continuación era sencilla: un ser maligno había robado la música en todo el reino, suceso ya se había vaticinado siglos atrás. Un sabio había escondido la información necesaria para salvar al reino y los PJ debían encontrar el pergamino donde venían las instrucciones y después seguirlas paso a paso. El pergamino, por supuesto, contenía un acertijo; para descifrarlo, mis pequeños alumnos tenían que saberse las notas. Una vez resuelto el acertijo, debían crear un ritmo e interpretarlo con percusión corporal. Disponían de varios intentos, y una vez lo completaban, todos los habitantes del reino por fin lograban recuperar su melodía y su ritmo interior. Como colofón a la aventura, el alcalde montaba una fiesta en honor de los PJ y entre todos realizaban una percusión corporal final, que era de We will rock you 😎
Cada uno de los cinco grupos donde realicé esta evaluación disfrutó enormemente con la actividad, y todos sin excepción rogaron que realizásemos una segunda aventura para seguir descubriendo el Reino de la música y sus posibilidades. Por desgracia, ya no me dio tiempo de seguir explorando el mundo maravilloso que mis pequeños alumnos me habían ayudado a crear, pero os aseguro que los próximos jugadores sí que tendrán esa posibilidad. Esta actividad ya se queda para siempre en mi mochila.
Si os preguntáis si todo fue un camino de rosas, ya os digo que no. Solo conseguir que completaran la ficha de PJ me llevó tres sesiones; a algunos les costaba entender cómo rellenarla, otros no entendían parte del vocabulario interno de la ficha, y hasta los había que no estaban nada motivados de inicio. Aun así, una vez que comenzó la aventura terminaron de entender plenamente el concepto (¡learning by doing!), y en todos los grupos me dijeron aquello de «¡Es como un videojuego, pero lo estamos viviendo nosotros!».
La verdad es que no tuve mucho tiempo para diseñar bien la propuesta de juego, todo fue muy rápido, y más con unas oposiciones a la vuelta de la esquina. Ahora que he tenido tiempo para reflexionar y autoevaluar la actividad, veo una gran cantidad de cosas que mejorar y ampliar. Evaluar mediante el uso de juegos de mesa y de rol no es fácil; para ser honestos, lleva mucho tiempo y esfuerzo. Tuve que bregar bastante para poder ajustar los criterios de evaluación y ser rigurosa. Pero mereció la pena. Algunos alumnos se acercaron al finalizar las clases para decirme que se habían dado cuenta de habían conseguido aprenderse el vocabulario «tan difícil» que habíamos estado trabajando en clase a la vez que se divertían. Si este curso vuelvo a trabajar (¡así lo espero!), tengo muy claro que el Reino de la música será el eje de mi programación docente.
A continuación, os dejo los indicadores básicos de evaluación que tuve en cuenta. ¡Espero que os haya interesado!
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