martes, 30 de diciembre de 2025

Ysystem y la situación familiar del PJ: una explicación necesaria

Muy buenas, ysystémicos de la vida,

Hay decisiones de diseño de un juego de rol que pasan desapercibidas hasta que alguien ajeno al ecosistema de ese juego las señala con el dedo. Es como alertar de una grieta en una de las paredes de un edificio a la que todos sus habitantes ya se habían acostumbrado. Pues bien, algo así ocurrió recientemente cuando Sirio Sesenra, en uno de sus vídeos de la serie Enséñame a jugar…, se detuvo con sorpresa (casi con desconcierto) ante un detalle de la ficha de personaje de Ysystem3: ese espacio, en el reverso, reservado para consignar la situación familiar del PJ. No sus pertenencias, no su talento, no su trasfondo general, sino algo tan aparentemente doméstico y poco espectacular como su familia. ¿Vive el PJ con alguien? ¿Tiene padres, hermanos, hijos? ¿Está solo? ¿Por qué? Yo estaba con Sirio grabando ese vídeo, siendo entrevistado por él, y en ese momento le ofrecí una explicación sencilla, ajustada a los tiempos y necesidades del vídeo en cuestión, pero lo cierto es que me quedé con ganas de enrollarme más. Mucho más. Y aquí vamos.

En mi opinión, la pregunta que se abre no es menor. ¿Por qué dedicar espacio físico, tinta y atención dramática a algo que otros juegos relegan, como mucho, a una triste línea de trasfondo o a una mención sentimental sin mayores consecuencias? La respuesta nos obliga a mirar más allá de Ysystem como reglamento y a entenderlo como lo que siempre ha sido: una propuesta filosófica sobre qué entendemos por realidad, qué entendemos por conflicto y qué entendemos por personaje. Lo cual, como veremos muy pronto, tiene mucho que ver con la cultura, el país y el continente en el que nos encontramos.

Al grano: Ysystem no parte de la idea de que los PJ sean entidades autónomas que irrumpen en el mundo como meteoritos narrativos. Parte, por el contrario, de una noción de la verosimilitud profundamente europea (y, de manera muy marcada, ibérica). Aquí el realismo no se mide por la cantidad de datos presuntamente objetivos, modificadores o simulaciones físicas, sino por la densidad de los vínculos y sus dependencias asociadas. Un personaje es creíble no porque dispare bien o tenga un pasado traumático genérico-palomitero, sino porque pertenece a algo más grande que él que, además, no ha elegido del todo: una familia, un linaje, una red de afectos, obligaciones, silencios y deudas.

La familia, en este sentido, no es un mero adorno biográfico. Es una estructura de sentido, incluso (y quizá sobre todo) cuando está ausente. Un PJ sin familia no es un PJ neutro; es una anomalía que exige explicación. ¿La perdió? ¿Huyó? ¿Fue expulsado? ¿Nunca la tuvo? En cualquiera de los casos, esa ausencia no es un vacío narrativo, sino una herida abierta, una tensión latente que condiciona decisiones, miedos y deseos. Ysystem no obliga ni mucho menos a que todos los PJ tengan una familia «funcional», en absoluto, pero sí obliga a que esa dimensión exista (aunque sea para ser negada).

Esta forma de entender al PJ contrasta de manera muy clara con la tradición rolera estadounidense dominante, heredera a su vez de una ficción profundamente individualista y anticomunitaria. En buena parte del rol anglosajón, el PJ es un self-made hero: alguien que se define por lo que hace, no por lo que debe; por su voluntad, no por sus lazos. Su pasado familiar suele ser un cliché funcional (padres muertos, aldea arrasada, mentor desaparecido) cuya única función es liberar al PJ de ataduras. Nada le reclama. Nada le espera. Nada le ata al lugar del que procede. Así, puede aceptar el enésimo encargo de exploración en la enésima taberna pseudomedieval sin mayores preocupaciones. Qué rollo, illo.

Ese mismo patrón puede rastrearse sin dificultad en la literatura y el cine estadounidenses más influyentes. El western clásico, la road movie, el cine de superhéroes, incluso gran parte de la ciencia ficción norteamericana, están poblados de figuras solitarias que avanzan hacia el horizonte dejando atrás cualquier forma de comunidad estable. El conflicto nace del choque entre el individuo y el mundo, no del roce constante entre el individuo y los suyos. No hay vinculaciones sentimentales que empujen al verdadero drama; todo es de cartón piedra. La familia, cuando aparece, suele ser un obstáculo o un recuerdo sentimental, raramente un eje estructural del relato.

La tradición europea (y muy especialmente la española) funciona de otra manera. Aquí la ficción está llena de personajes que no pueden escapar del todo de su origen. La familia no es solo un refugio ni solo una carga: es ambas cosas a la vez, y además es un espacio político, económico y moral. Desde Galdós hasta Chirbes, desde Lorca hasta Almudena Grandes, desde Berlanga hasta Saura, los personajes no flotan en el vacío. Están insertos en tramas familiares que los explican y los condenan. Incluso cuando intentan huir, la huida es siempre parcial. Algo se queda ahí pegado.

Ese imaginario se filtra de manera natural en Ysystem. El reglamento multiambiental de Walhalla Ediciones asume que el drama no surge únicamente del enfrentamiento externo, sino del conflicto íntimo entre lo que el PJ quiere ser y lo que su entorno espera de él. La ficha, al reservar un espacio explícito para la situación familiar, no está pidiendo color: está ofreciendo una palanca narrativa. Está diciendo: aquí hay material jugable, aquí hay tensión, aquí hay consecuencias. Venga, saca partido de ello y dale una vuelta de tuerca a la verosimilitud.

No es casual que ese espacio esté en el reverso, como una verdad que no siempre se muestra de frente, pero que sostiene todo lo demás. La familia no suele estar en la escena de acción, pero está en la resaca de todas las escenas, en la llamada que no se hace, en el dinero que falta, en el miedo a defraudar o en la vergüenza de volver. Ysystem entiende que esa textura es parte de la realidad que pretende emular. No una realidad objetiva, sino una realidad vivida, socialmente encarnada y, sobre todo, profunda.

Por eso la sorpresa del amigo Sirio Sesenra resulta reveladora. Porque ni mucho menos señala una excentricidad, sino un choque de paradigmas. Donde unos podrían ver una rareza innecesaria, otros quizás reconozcan una obviedad cultural. En nuestra pequeña península, y en buena parte de Europa también, nadie es solo «alguien». Suele ser «hijo de», «hermana de», «aquel que se fue», «aquella que se quedó». Incluso el solitario necesita explicarse. Y ahí siempre hay grandeza en potencia.

Quizás sea esa una de las mayores virtudes silenciosas de Ysystem: su negativa a tratar a los PJ como islas; su insistencia en que la aventura no empieza cuando el PJ entra en escena, sino mucho antes, en la cocina de una casa, en una sobremesa incómoda, en un apellido que pesa más de lo que debería. Al dedicar espacio a la familia, Ysystem no está siendo costumbrista: está siendo radicalmente coherente con una forma de entender la ficción, el conflicto y la vida. Al menos, eso es lo que intenta.

Porque, al final, lo que nos persigue en las historias que más y mejor recordamos no suele ser el disparo perfecto ni la tirada de éxito crítico, sino esa pregunta incómoda que nadie hace en voz alta, pero que siempre está ahí:

¿A quién perteneces, amigo, y qué te exige eso?

¡Nos leemos!


 

6 comentarios: