Retomando la pregunta anterior, si os encontráis tras la pantalla, afortunados padres o educadores, que ya disfrutáis de esta gran afición, y tenéis alguna duda de cuándo juntar a la chavalería más pequeña para dirigirles una aventura de rol, la respuesta, bajo mi humilde opinión, es muy sencilla: cualquier edad es buena para adentrarse en este maravilloso mundo de la imaginación. Y es que los niños, por pequeños que sean, tienen una capacidad asombrosa, casi mágica, para meterse en la piel de un personaje, caminar por una ambientación imaginaria y buscar soluciones asombrosas para los retos que vayan surgiendo en la trama de cualquier aventura que se tercie.
Si además conocéis a alguien que muestre cierto interés por el rol, pero no se anime a jugar, ni tampoco a dar el paso de dirigir una aventura a sus hijos, podéis aconsejarle que comience precisamente con ellos, ya que puede ser el mejor modo de que se sacuda cualquier temor, sacie la curiosidad que pueda tener y, con seguridad, disfrute de un buen rato de complicidad, juego y risas. Además, podéis recomendarle la lectura de las entradas: ¿El rol? ¡Lo mejor que se ha inventado! y ¿Por qué juego a rol?, para que le pique el gusanillo aún más ;). En cualquier caso encontraréis, en este mismo blog, multitud de información y material magnífico al respecto en las etiquetas: Hitoschool e Hitoskids.
Proselitismo del rol aparte, volviendo al hilo de esta entrada, hace ya unos años Patricia Gómez reseñó en este mismo blog el manual Pequeños Detectives de Monstruos, tomando, como ejemplo, una partida con un niño de 3 años con un resultado más que estupendo, y aludiendo, por supuesto, a que la experiencia podría ser más completa, en general, si los peques saben leer, escribir y sumar el resultado de los dados.
Pues bien, este mismo fin de semana he dirigido, con toda la ilusión del mundo, a dos niños de 2° de primaria una aventura magnífica: El bastón del mencey, escrita por Eduardo Rodríguez Herrera para las III Jornadas de Rol en la escuela, jornadas que se celebraban (en la era pre-covid) cada año en su cole.
Originalmente, esta aventura se gestó pensando en niños de 5° y 6° de primaria (10-11 años), pues encarnan personajes que ya están en el instituto y se encuentran en un viaje de estudios en la Ciudad de las Ciencias de Granada, así que el reto era doble: comprobar hasta dónde daban de sí dos niños tan peques (7 años) en su primera experiencia jugando al rol y, además, hacerlo en modo online; de hecho, decidí que solo me animaría a escribir esta entrada si el resultado realmente merecía la pena, y debo decir que la sorpresa ha sido mayúscula.
Tras dos pinceladas breves de lo que significa jugar al rol, el indeseable metajuego y poco más, los jugadores devoraron la lectura de las hojas de personaje, eligiendo el que más les gustaba del tirón, y se presentaron como tales con una soltura que ya apuntaba muy bien. Después, todo fluyó como si realmente llevaran tiempo jugando al rol. Asimilaron, como esponjas que son, la mecánica a la primera y fueron resolviendo las situaciones que se planteaban con una brillantez e imaginación que muchos adultos envidiarían. Había una chispa en sus ojillos y un ansia por disfrutar y jugar que, lejos de ponerles nerviosos, hacerles solaparse o frustrarse, más bien les hizo respetarse, entenderse y avanzar. A los dos peques, se unió la madre de uno de ellos, pero la pobre hizo más bien de PNJ llevada por los dos renacuajos, que conducían la iniciativa como si de un Fórmula 1 se tratara.
La partida duró nada menos que 3 horas y media de roleo magnífico, en las que se exprimió al máximo la trama que ofrece la aventura, y que fueron interrumpidas exclusivamente para ir al baño a toda velocidad preguntando, dentro de juego, dónde estaba ubicado en el plano del edificio que les presentaba en pantalla XD. Lo mejor es que, tras los aplausos finales a los héroes del día (bien merecidos), ambos peques se lamentaron de que todo hubiese terminado “tan pronto”, y uno de ellos, con carita de ansiedad, preguntó del tirón que cuándo íbamos a jugar la siguiente aventura...
Por supuesto, habrá más aventuras para estos afortunados descubridores del rol e intentaremos sumar algún amigo más al grupo. Ya sabéis: esta afición es altamente contagiosa y se mete en la sangre para siempre aportando beneficios para el crecimiento personal de cualquier peque o adulto.
Así que, ya sabéis, animaos a jugar al rol, a dirigir a los más peques y, como dice nuestro buen amigo Antonio Lozano, “¡QUE EL ROL NO PARE!".
¡Nos leemos!
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Estos pantallazos online salen como les da la gana. Ahí queda para el recuerdo ;-) |